domingo, 1 de diciembre de 2019

El Martinete Flamenco


MARTINETE
FLAMENCO

Origen Cultural
Otro de los palos que se encuadra dentro del grupo de géneros llamados ”cantes a palo seco”, es decir sin acompañamiento instrumental, es el martinete. Su origen es incierto, aunque la mayoría de los estudiosos coinciden en señalar las fraguas, lugar donde de una forma habitual solían trabajar los gitanos andaluces, como el lugar donde se comenzaron a gestar este tipo de cantes. Los fuelles gemelos que se utilizan en las fraguas se llaman igualmente martinetes, así como el martillo o pilón que se utiliza en las herrerías, hecho que de alguna manera avalan el origen del nombre de este género flamenco. El martinete es considerado una modalidad de las tonás, siendo incluso habitual referirse a los martinetes para designar los distintos tipos de tonás. Existe un cante llamado carcelera que es considerado como una variante del martinete, opinión acreditada por el hecho de que en el concurso de cante jondo celebrado en Granada en 1922 se incluyen los martinetes junto con las carceleras. Otra modalidad que podemos escuchar es la llamada saeta por martinetes. El martinete se suele acompañar golpeando un metal con un martillo o bien sobre una mesa, la tapa de la guitarra o con los pitos (chasquidos de los dedos), y siempre sobre la clave métrica de las seguiriyas.


En opinión de algunos autores los martinetes no son más que improvisaciones debido a la libertad interpretativa que los caracteriza, hecho sin confirmar. No obstante lo seguro es que para cantar por martinete es necesario que el cantaor posea grandes facultades, debido a lo extenso de algunos de sus tercios (versos melódicos) y el amplio rango melódico sobre el que se interpretan. El elemento diferenciador principal de los martinetes se encuentra en la tonalidad mayor sobre la que se canta, a diferencia del modo dorico propio de todos los cantes a palo seco. En opinión de García Matos, existen dos especies de martinetes, el natural (con antecedentes en cantos de ronda extremillos) y el redoblado. La estrofa sobre la que se canta los martinetes es una cuarteta octosílaba (romance) y se realiza sin repetición de ningún verso en el martinete natural y con repetición en el redoblado. Demófilo anotó en su obra Colección de Cantes Flamencos ,49 coplas de martinete al que se caracterizan por el contenido triste de sus coplas, existiendo sin embargo algunas otras de carácter anecdótico. En cuanto a la adaptación escénica del baile por martinetes se la debemos al bailaor Antonio Ruiz Soler, «Antonio el bailarín».
Baile Martinete
EL martinete fue una creación personal del maestro Antonio Ruiz Soler y lo bailó, por vez primera, en la película de Edgar Neville, Duende y misterio del flamenco, a parte de cuyo rodaje pudimos nosotros tener la suerte de poder asistir, allá a mediados del pasado siglo. El escenario fue realmente espectacular, grandioso, pues Antonio hizo su primer martinete bailado, delante de los altísimos y majestuosos puentes del tajo de Ronda, acompañado por la voz   bailaora del querido y recordado gran cantaor gaditano Chano Lobato. Sólo por ese baile tan dramático, ejecutado en ese sitio tan insólito, ya Antonio merecía haber pasado a la historia del flamenco. Donde se encuentra, desde luego, desde hace muchísimos años, por méritos propios, acumulados unos tras otros, en su largo historial artístico, a través de toda su vida de bailaor
y bailarín -cosas distintas que muchos confunden-, en que con más categoría que nadie paseó nuestros bailes por todos los mejores y más importantes coliseos del mundo.

El martinete, que es un cante de fragua, más que de brazos es un baile de pies y Antonio supo darle toda la gallardía necesaria, casi como si de un zapateado se tratara, solo que adornado con los metales y la dramaturgia propios del cante que le sirve de base y de sustento. Nada más. Porque el martinete no necesita de floreos, ni de más adornos que su propia tragedia, ya que se trata de una monótona toná de viejos herreros gitanos, y el zapateado es, por su semejanza con el sonido de los martillos, golpeando acompasados en la bigornia, o yunque, lo más apropiado para este baile que hoy muy pocos practican, salvo algún que otro heredero de las esencias artísticas del maestro.
Paloma Moreno Jaén y Luisa Martín Ledesma


No hay comentarios:

Publicar un comentario